Alfonsín recurrió algunas veces a las conferencias de prensa y, además, daba entrevistas a medios radiales, televisivos y gráficos. Fue generoso en el trato con los periodistas pero no concedió a las empresas la posibilidad de fusionar medios gráficos y televisivos. En los últimos tiempos de su mandato, esos grandes medios fueron solidarios con su fin abrupto.
Con Carlos Menem el trato era distinto: el riojano podía darle una entrevista a una FM de pueblo, ofrecer una rueda de prensa o aparecer en la Sala de Periodistas de Casa de Gobierno para hablar de fútbol, de tango o de política.Además, tenía vocero -recordar a Fernando Niembro anunciando los indultos a los genocidas- y contaba con el todoterreno Carlos Corach que recibía movileros todas las mañanas en la puerta de su casa para fijar la agenda periodística de la jornada.
Menem hizo poner atriles y carteles ovales -como los de la Casa Blanca- tanto en Olivos como en la Casa Rosada para que él o sus funcionarios tuvieran las ruedas o conferencias de prensa. Pero Menem tuvo el cortocircuito con el Grupo Clarín -al cual le había dado la fusión del diario con Canal 13- cuando fogoneó el crecimiento del Grupo Telefónica en televisión.
En el segundo mandato de Menem ya no importaba cómo se vinculaba con los periodistas: la línea editorial estuvo determinada por los cruces de intereses empresarios. De todos modos, el riojano nunca llegó a fondo en esa disputa, ya que sus operadores siempre hacían lo necesario para que la sangre no llegara al río.
Fernando de la Rúa, en sus dos años de presidencia, nunca dio una conferencia de prensa; pero tampoco tocó los intereses de los grandes medios. Apenas incursionó contra la fusión de Canal 9 y Telefé en manos de Telefónica.
Al principio de la gestión tenía a un hiperactivo Darío Lopérfido que concentraba Cultura, Medios y vocería presidencial. Con el tiempo, por la extrema cercanía de Lopérfido a sus hijos, De la Rúa optó por un viejo amigo, periodista de La Nación, como Ricardo Ostuni, cuyo trabajo era tan opaco como su personalidad y la de su mandante.
La necedad de De la Rúa para con los medios -y tantas otras cosas- se puede graficar en la orden impartida al entonces titular del Comfer el 19 de diciembre. "Corten la señal de Todo Noticias", dijo el Presidente en las vísperas de su caída. Cuando López le dijo que eso era censura, retrucó: "Entonces, que interfieran la señal".
De la Rúa, al día siguiente, salía en helicóptero eyectado hacia el ostracismo y la indignación popular.
Tras pocos días de tumulto y presidentes por horas, llegó Eduardo Duhalde, de la mano del Grupo Clarín. Dio -pocas- ruedas de prensa, pero sí largas entrevistas a periodistas y tenía a su jefe de Gabinete, Alfredo Atanasof, como vocero.
El breve mandato de Duhalde quedó asociado a un vínculo excelente con los grandes medios. Jamás fueron investigados por esos medios la larga lista de denuncias que pesan sobre el hombre fuerte del conurbano bonaerense.
Néstor Kirchner tuvo que enfrentar, de inmediato, un ataque feroz de Claudio Escribano, periodista decano de La Nación.
No tuvo problemas en hacer lo que no es habitual en los mandatarios: aceptar el reto y responderle personalmente.
Muchos medios le criticaron no dar conferencias de prensa ni dar entrevistas con frecuencia a los medios. Sin embargo, mantuvo reuniones en off con los editorialistas principales de los grandes medios.
Y a la par que criticaba a esos grandes medios no dejó de negociar con ellos. El Grupo Clarín logró, al final de su mandato, un paso decisivo para fusionar Cablevisión y Multicanal. Pese a contar con su vocero Miguel Núñez y con el secretario de Medios Enrique Albistur, Kirchner tuvo como voceros oficiosos a los Fernández (Alberto y Aníbal).
Todo cambió en estos meses. Y esta conferencia de prensa, la convocada por Cristina Fernández se entiende no sólo en el reclamo por más frecuencia en el contacto con los periodistas, sino básicamente en dos escenarios actuales de tensión: el deseo oficial de cambiar las normas que rigen la radiodifusión y la decisión de avanzar en un proceso de redistribución de la riqueza que demanda modificaciones en la recaudación, tanto de impuestos como de derechos de exportación.
El anuncio -hecho el viernes- de esta primera conferencia de prensa, tomó de sorpresa tanto a empresarios de medios como a periodistas. Fue, según funcionarios cercanos a la Presidenta, una decisión que surgió de ella y que no tuvo mucha preparación. Apenas un ejercicio mínimo de preguntas -hechas como las hace el abogado del diablo- para que Cristina pudiera imaginar lo que le esperaba.
La otra novedad fue la aparición de Miguel Núñez en un rol más visible del que tuvo siempre, ya que actuó como presentador de los periodistas que hacían las preguntas.
La cita en Olivos fue sobria, coloquial, sin anuncios ni grandes novedades. Antes de la llegada de la Presidenta, mientras Núñez daba la bienvenida a los periodistas ("de los que fui colega muchos años") mencionó a Gabriel Michi, presidente del Foro de Periodistas Argentinos (Fopea) una entidad que desde su creación reclama la conferencia de prensa como un instrumento de ejercicio pleno de la libertad de los periodistas de preguntar de modo directo a los presidentes. Michi, sentado, sonrió agradecido por la mención.
por Eduardo AnguitaMiradas al Sur 3/08/2008